08.11.2013 00:00
Son años ya los que llevo en mi isla...
errante, vagando entre tinieblas.
Y estoy agotado.
En mi isla no hay vida...
¡muerte!
El tiempo es gélido, un monstruo incesante...
¡agonía!
El viento es atroz, un azote permanente...
¡miedo!
El cielo no ilumina, es un manto gris, lúgubre...
¡cerrazón!
El mar embiste bravío al acantilado, sin arenas...
¡hostilidad!
La tierra es árida, tundra y hielo, abismo y escarcha...
¡vacío!
Y el fuego ya no prende, extinguido por el tiempo...
¡apatía!
Pero ¿sabes, Vida... vida mía?
Sostengo mi camino contigo...
Impasible, guiado entre reflejos.
En mi isla te siento latente...
¡esperanza!
La agonía no es ártica... un ogro adormecido.
El miedo no es pánico... un flagelo liviano.
La cerrazón abre claros... un manto interrumpido.
La hostilidad modera su acometida... arenas fugaces.
El vacío no es completo... tundra verde, escarpe seco.
Y la apatía no es desidia... visos, flamas del tiempo.
...
Son años ya los que llevo en ti, Vida.
Seducido, volando entre tus luces.
En mi isla no hay muerte...
¡vida!
El tiempo es cálido, como tú, primavera mía...
¡armonía!
El viento es suave, como tú, caricia de mi alma...
¡ensueño!
El cielo resplandece, como tú, luz de mi vida...
¡amparo!
El mar es sosiego, como tú, paz de mi corazón...
¡romance!
La tierra es fértil, generosa, como tú, encanto mío...
¡plenitud!
Y el fuego arde vigoroso, con el tiempo retenido...
¡como tú en mí, Vida... vida mía!
© J.B. Mena