23.06.2013 00:00
Vuelvo a tenerte cerca, muy cerca.
No puedo verte pero te siento.
Lo sé por las emociones que vuelan contigo;
son sensaciones que zarandean todo lo que soy.
Escucho cerca, muy cerca,
el correr del agua dulce y transparente que apaga mis tristezas.
Y siento el calor del fuego vivo en el que arden mis amarguras.
En mi rostro percibo cerca, muy cerca,
el frescor del aire limpio, fragante, que disipa mi soledad.
Y advierto la pureza del azul celeste donde se elevan mis esperanzas.
Puedo apreciar cerca, muy cerca,
cómo el sosiego del mar en calma hace vibrar mis sentidos.
Y distingo sin dudar, claramente, la roca que sustenta mis ansias de belleza.
¡Porque agua y fuego, aire y cielo, mar y roca, eres tú, hada mía, en mi vivir!
Contigo me envuelve perpetua ternura que estremece mi pensamiento;
y me invade infinita dulzura que guía mi proceder.
Beso ardiente que disuelve mis pasiones en hermosa delicadeza.
Colorido intenso que ilumina mi sentir.
Fulgor esplendoroso que agita y conmueve mi corazón.
Porque no concibo otra senda en mi existencia,
en mi latir,
que no sea arropado por lo que tú encarnas en mí.
Mi hermosa poesía de juventud, que pensé desaparecida, sigue ahí,
muy próxima, muy cerca,
porque siempre estuvo y siempre estará aquí,
conmigo… en mí.
¡No me abandones… Vida, ángel mío!
© J. B. Mena